La baja participación electoral: un fenómeno persistente
09/06/2025 | 10:18Redacción Cadena 3
Como argentino, me duele ver cómo nuestra democracia, ese logro que costó tanto recuperar, parece desvanecerse en el desinterés. Cada vez que hay elecciones, los números me golpean: en las recientes elecciones en Misiones, solo el 57.04% de los habilitados fue a votar. En localidades como Bernardo de Irigoyen o San Pedro, la participación rozó apenas el 50%. ¿Qué nos está pasando? Me pregunto si hemos olvidado lo que significa tener voz en el destino de nuestro país.
Mirando hacia atrás, los datos son aún más alarmantes. Desde 1983, cuando celebrábamos el retorno de la democracia, la participación electoral ha caído entre 5 y 10 puntos porcentuales por década, según un estudio del Centro de Investigación para la Calidad Democrática. En 2023, hubo un leve repunte, pero en Buenos Aires, la participación en las elecciones del 18 de mayo se desplomó al 53%. En provincias como Chaco y Santa Fe, la baja es aún más drástica, con caídas de hasta 20% comparadas con aquellos años de entusiasmo post-dictadura. Me pregunto: ¿cuándo perdimos esa chispa?
Creo que la respuesta está en la desilusión. Hablo con amigos, vecinos, y escucho siempre lo mismo: “No creo en los políticos, entonces no voto”. Es una frase que resuena como un eco de frustración. La gente siente que su voto no cambia nada, que los problemas siguen igual sin importar quién esté en el poder. Recuerdo a un conocido que, con resignación, me dijo: “Por lo menos yo no los voté”. Pero, ¿es esa la solución? ¿Quedarnos al margen, cruzados de brazos, mientras el país sigue su curso? Me niego a aceptar que esa sea la salida.
La falta de una oferta electoral atractiva también pesa. Si los candidatos no inspiran, si las propuestas parecen desconectadas de nuestras necesidades, ¿por qué alguien se levantaría un domingo para ir a las urnas? Sin embargo, no puedo evitar pensar que el problema no es solo de los políticos. Nosotros, como ciudadanos, también tenemos una responsabilidad. Si no participamos, si no exigimos más, ¿cómo esperamos que las cosas cambien? La democracia no es un espectáculo que miramos desde la tribuna; es un juego en el que todos debemos jugar.
Por eso, me niego a rendirme al desencanto. El voto, aunque a veces parezca pequeño, es nuestra herramienta para moldear el futuro. Cada boleta cuenta, cada voz suma. La pregunta que me hago, y que te invito a hacerte, es simple pero urgente: ¿Cómo querés que cambie si no hacés nada para que cambie? Este 2025, cuando llegue el momento de votar, pensemos en lo que está en juego. No dejemos que la apatía gane la partida. Nuestra democracia merece que la defendamos, y eso empieza en las urnas.