La educación en Argentina: lecciones desde Finlandia para un cambio posible
10/06/2025 | 11:48Redacción Cadena 3
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Los resultados de las pruebas Aprender 2024 mostraron datos muy preocupantes: menos del 15% de los alumnos alcanzó un nivel satisfactorio en matemáticas, y en lengua los números no son mucho mejores.
De casi 400.000 pruebas, ninguna obtuvo 9 o 10. Ni una. Estamos formando generaciones con un promedio de desempeño mediocre o directamente insuficiente. Frente a este panorama, sería interesante observar modelos exitosos como el de Finlandia.
Finlandia, líder mundial en educación, nos invita a repensar lo que hacemos. No se trata de copiar ciegamente, pero sí de entender por qué ellos logran lo que nosotros no.
Allí, los niños comienzan la escuela a los 7 años, porque consideran la infancia sagrada. En Argentina, en cambio, mandamos a los chicos a sala de 3, muchas veces no por una convicción educativa, sino porque los padres necesitan trabajar y no hay otra opción. Es una solución práctica, pero ¿es lo mejor para los niños? Finlandia nos muestra que priorizar el juego y la familia en los primeros años no es un retroceso, sino una inversión en el desarrollo integral.
Otro aspecto llamativo es la estructura de las clases. En Finlandia, una hora de clase se divide en 45 minutos de estudio y 15 de descanso, juego o interacción. No es un recreo tradicional, sino un espacio para que los chicos sean chicos, incluso dentro del aula. Aquí, en cambio, saturamos a los estudiantes con horarios extensos y tareas para el hogar, como si más horas equivalieran a más aprendizaje. Los viernes, los finlandeses terminan la jornada a las 13, liberando el fin de semana para el descanso. ¿Y nosotros? Mandamos tareas para la casa, perpetuando un sistema que agobia a chicos y familias.
La gratuidad en Finlandia también marca una diferencia abismal. No solo las clases son gratuitas: los libros, los útiles y hasta una tablet por estudiante están cubiertos. Los textos son digitales, eliminando el peso de mochilas que aquí representan un tercio del peso de un niño de primaria.
Además, ofrecen alimentación variada y rica en nutrientes sin costo alguno. Sí, Finlandia es un país con otra economía, pero en Argentina no siempre es cuestión de falta de recursos, sino de mala distribución.
Forzar a todos a saber de todo no es equidad, es ineficiencia. Finlandia no presiona con exámenes constantes ni sobrecarga académica; apuesta por un aprendizaje significativo y flexible.
No estamos a 13.000 kilómetros de Finlandia solo en geografía, sino en mentalidad educativa. Digitalizar textos, aligerar mochilas, redistribuir presupuestos malgastados y repensar la carga horaria son pasos concretos. También lo es escuchar a las familias: desde la falta de profesores en escuelas privadas hasta el reclamo por clases más lúdicas y prácticas, como en el modelo Waldorf que algunos destacan.
La educación no es un lujo, es el cimiento de un país. Finlandia lo entendió y actúa en consecuencia.