Jubilados: diputados en el asado / diputados en la Cámara
05/06/2025 | 13:17Redacción Cadena 3

En los asados, entre mates y charlas distendidas, muchos diputados que no son kirchneristas ni mileistas juran estar a favor de la lucha contra la inflación y reconocen las fallas de un sistema previsional insostenible. Hablan de la necesidad de elevar la edad jubilatoria, de equiparar las condiciones entre hombres y mujeres, de terminar con regímenes especiales obsoletos y de frenar las moratorias que permiten jubilarse sin aportes.
Pero cuando las luces de la Cámara de Diputados se encienden, esas palabras se desvanecen. Lo que vimos ayer fue un bochorno: una media sanción a un proyecto que aumenta las jubilaciones un 7,2% y extiende las moratorias, sin una sola propuesta seria sobre cómo financiarlo. Un espectáculo de hipocresía que, lejos de ayudar a los jubilados, los hunde en el mismo círculo vicioso de siempre.
En los asados, estos legisladores admiten que no tiene sentido mantener una edad jubilatoria de 60 años para mujeres y 65 para hombres, cuando en otros países la tendencia es aumentar progresivamente ambas. Reconocen que es injusto que una mujer, que estadísticamente vive más, reciba una pensión durante más tiempo sin equiparar su edad de retiro.
También critican los regímenes especiales que permiten jubilaciones anticipadas sin justificación y las moratorias que otorgan beneficios a quienes nunca aportaron, mientras los que trabajaron toda su vida apenas sobreviven con haberes mínimos. Pero en el Congreso, no hay proyectos, no hay iniciativas, no hay valentía. Nadie quiere "ensuciarse los deditos" con reformas estructurales que, aunque impopulares, son necesarias para construir un sistema previsional justo y sostenible.
El colmo es que ni siquiera aceptan propuestas intermedias, como que las mujeres que se jubilan por moratoria lo hagan a los 65 años, como los hombres, o que cobren la PUAM, un beneficio un 20% menor que la jubilación ordinaria.
En cambio, votaron un aumento que representa el 40-50% del gasto público, sabiendo que es imposible de financiar sin emitir dinero o romper el superávit fiscal de 1,6 puntos del PBI que el gobierno de Milei persigue. Y lo hicieron con una excusa endeble: "Había muchos dictámenes, pero ganó el del kirchnerismo". Como si no supieran que el dictamen más regresivo, el que no cambia nada y perpetúa las inequidades, iba a prevalecer. Dieron quórum, votaron en general y luego se lavaron las manos diciendo: "Yo no voté eso en particular". Un juego cínico.
El plan, liderado estratégicamente por el kirchnerismo, es claro: sabotear la política de déficit cero de Milei, obligarlo a emitir dinero para pagar estas medidas insostenibles o forzarlo a vetarlas, dejándolo como "el malo de la película".
Cristina Fernández de Kirchner, que en 2009 vetó el 82% móvil cuando su propio espacio perdió momentáneamente la mayoría, ahora lidera esta embestida. Su discurso actual, alertando sobre un supuesto default y un incumplimiento con el FMI, busca desestabilizar la economía para recuperar terreno político. Y los demás, los que en el asado dicen estar en contra de la inflación, terminan siendo cómplices, aliados circunstanciales de un esquema que prioriza el cortoplacismo electoral sobre el bienestar de los jubilados.
Porque, recordemos, los ajustes por inflación que proponen no son la solución. En 2023, con una inflación del 200%, las jubilaciones no estaban “bárbaras”. Los aumentos otorgados se licúan rápidamente, y los jubilados recuperan poder adquisitivo con meses de retraso, quedando siempre atrás en un círculo vicioso que los empobrece. Nadie en el Congreso propuso cómo financiar este aumento sin recurrir a la emisión monetaria, porque saben que no hay otra forma. Es puro populismo: prometer lo imposible, dejar que la inflación devore los haberes y luego culpar al gobierno de turno.
La tragedia es que los jubilados, los que aportaron toda su vida y los que no, siguen atrapados en un sistema roto. Mientras los legisladores juegan al doble discurso, evitando reformas estructurales por miedo al costo político, los verdaderos perdedores son los adultos mayores que cobran haberes de miseria.
Argentina necesita legisladores que se animen a presentar proyectos serios, que equiparen las reglas, que terminen con las moratorias indiscriminadas y que prioricen un sistema previsional justo y sostenible. De lo contrario, seguiremos condenados a repetir el mismo ciclo de promesas vacías y jubilaciones que no alcanzan para vivir.