Cuánto nos costó Kicillof... hasta ahora
01/07/2025 | 13:01Redacción Cadena 3

La gestión de Axel Kicillof, tanto como ministro de Economía como gobernador de Buenos Aires, dejó una marca profunda en la economía argentina, pero no precisamente por su éxito.
Los números son elocuentes y el daño económico que sus decisiones generaron es difícil de ignorar. Hagamos un repaso de cuánto nos ha costado hasta ahora el "modelo Kicillof", un cóctel de improvisación, patriotismo discursivo y, en muchos casos, presunta corrupción.
Empecemos por YPF. En 2012, Kicillof lideró la expropiación del 51% de la petrolera, pagando 5.000 millones de dólares por una mitad que, al día siguiente de la estatización, valía exactamente lo mismo. Un sobreprecio de 2.500 millones, según estimaciones conservadoras.
Hoy, YPF vale entre 8.000 y 9.000 millones, pero ese "éxito" no borra el hecho de que se pagó de más desde el arranque. Peor aún, la reciente sentencia judicial que obliga a Argentina a pagar 16.100 millones de dólares por la expropiación mal ejecutada podría haberse evitado.
Si se hubiera respetado el estatuto de YPF y pagado 5.000 millones por el resto de las acciones, nos habríamos ahorrado cerca de 12.000 millones. Luego están los fondos buitres. Kicillof, con su retórica antiimperialista, demoró las negociaciones con los acreedores, lo que terminó costándole al país el triple de lo reclamado originalmente: 6.000 millones de dólares adicionales.
Con el Club de París, la historia se repitió. Sin negociar rebajas en los intereses punitorios, Argentina desembolsó 2.000 millones de más. Y no podemos olvidar el culebrón de los cupones PBI, una invención kirchnerista que ató pagos a un crecimiento inflado por cambios en la medición del PBI, generando juicios que podrían costar otros 2.000 millones.
Sumando todo, mis cálculos arrojan un costo de 23.000 millones de dólares, aunque algunos analistas como Alfonso Prat-Gay estiman hasta 48.000 millones.
Pero el daño no termina en los números. Kicillof nunca gobernó sin déficit, ni como ministro ni como gobernador. Su gestión fue un derroche constante, sin equilibrio fiscal, incluso en tiempos de bonanza económica. Este desmanejo no solo hipoteca el presente, sino que compromete el futuro de generaciones.
Y mientras los números se acumulan, Kicillof recurre al mismo discurso patriotero de siempre: acusa a los fondos buitres de atacar la soberanía, cuando en realidad estos "buitres" son el resultado de las acciones que Néstor Kirchner forzó a Repsol a ceder al grupo Eskenazi, en una operación opaca que aún huele a corrupción.
¿Eran los Eskenazi testaferros de Kirchner? ¿O fue un "regalo" para un negocio redondo? Nadie lo investigó a fondo, pero el resultado es claro: esos fondos buitres que hoy nos demandan son, en parte, herencia de las maniobras de Kirchner.
El caso YPF es un símbolo perfecto de la mezcla de ineptitud, corrupción e ignorancia de esa gestión, envuelta en un discurso de corrección política que apela al "orgullo nacional" mientras se violan estatutos y se desprecia la ley.
Vender hoy la participación estatal en YPF no alcanzaría ni para pagar un cuarto de la sentencia actual. Y mientras tanto, la incertidumbre ahuyenta a los inversores que Argentina necesita desesperadamente para sus sectores energético y minero.
La mala praxis política no puede ser solo un tema de urnas. Como en la medicina, debe haber consecuencias legales para quienes, por impericia o dolo, hipotecan el futuro de un país. Kicillof y sus decisiones nos dejaron una deuda que no solo es económica, sino moral: la de un país que sigue pagando por los errores de quienes creyeron que un discurso patriotero basta para gobernar.